Wednesday, August 29, 2007

BIB AZAHAR 12

EN EL CICLO DE LA VIDA
“En el pueblo,/el ruedo
es la bandera/ del tiempo:/
Pegujal,/rastrojo y /barbecho”
(José María Hinojosa)

En el ciclo de la vida
hay un tiempo de barbecho,
para renovar la mente
y el corazón más resuelto.
Es un tiempo de sazón
y de renovar proyectos.

Lo hace la naturaleza
en el voltear del tiempo:
una vez que ha descansado
recomienza un ciclo nuevo.

Poeta, no desesperes
en el tiempo de barbecho,
que los poemas de entonces
es humus que está durmiendo.

La poesía ya vendrá,
que se está gestando dentro
qué importa si de la nuestra
o de mano de los deudos.

*

DESPOJO VEGETAL

Despojo vegetal, hurtado a tu destino,
que en hilera centenaria
diste a los hombres tu buen fruto,
viendo pasar las estaciones,
como una rueda que gira y gira en remolino.

El tiempo fue moldeando
la desgarrada arquitectura de tu cuerpo,
como un largo grito retorcido
que se busca en tus entrañas,
que tantas veces han parido,
de la mano de cuerpos sudorosos
y más allá de los lustros y de los siglos,
el verde ancestral y misterioso
de tus honorables ramas de racimos.

Hoy, exiliado de tu patria,
naufragas en rotonda arrabalera,
cubierto de polvo ceniciento
entre despiadada y ciega indiferencia
de semáforos, trasiegos y bullicios.

Víctima de la cruel y estúpida desidia,
olivo amado, que fuiste, yo te escribo
estos versos amorosos
que quieren revivirte del olvido.
*

CUANDO POR MARZO ME ALCANZA
EL AZAHAR

Cuando por marzo me alcanza el azahar
me trae el pálpito de tu presencia
y siento el tremolar en todo el cuerpo
como un joven que se comienza a enamorar

Y allá, sobre las tres y media de la tarde
espero la música de tu llave contra la puerta
y el ladrido jubiloso que anuncia tu llegar.

Entonces, tu presencia llena el hueco de mi vida,
esa parte de mí que me falta y necesito
y que me das como sólo tú me sabes dar,

en el día, compartiendo nuestras cosas,
entre cómplices sábanas, por las noches,
y en el sereno abrazo del recogimiento
antes de ponernos juntos a soñar,

o entre sueños el tropiezo azaroso
con la dulce geografía de tu cuerpo.
Tú acabaste con el fantasma de mi soledad.
*
Eduardo Quijano Bernal